martes, 13 de julio de 2010

Andrés Guaçurarí, el Sapucay en armas


A 193 años de la Batalla de Apóstoles

Andrés Guaçurarí, el Sapucay en armas

Por Claudio Puntel


La Batalla de Apóstoles, de julio de 1817, fue un combate decisivo para frenar las avanzadas de los portugueses, aliados de los porteños en contra del federalismo artiguista. Allí, una fuerza integrada por hombres y mujeres del pueblo, unidos a unos 200 lanceros guaraníes, derrotó a uno de los ejércitos más modernos y experimentados de la época.

Frente a una historiografía oficial que niega o minimiza el compromiso popular en la revolución de 1810 y en la posterior guerra independentista, se levantan ejemplos como los de las guerrillas de Juana Azurduy; Güemes y, en nuestro litoral, del comandante guaraní Andrés Guaçurarí, Andresito.
Andrés Guaçurarí, nacido en Santo Tomé (Ctes.) o en Sao Borja (RS), en 1778, fue un hombre formado en las misiones jesuíticas. Se cree que a los 9 años fue adoptado por José Artigas, quien se encargó de su educación y preparación militar. En 1811, las tropas federales de Artigas contaban en Andrés con un nuevo sargento del Cuerpo de Blandengues. En 1815, Artigas lo designó Ciudadano Capitán de Blandengues y Comandante General de Misiones y le encomendó recuperar los pueblos de la banda oriental del río Paraná, que se hallaban en poder de los paraguayos. Andrés y sus hombres lograron recuperar los pueblos de Candelaria, Santa Ana, San Ignacio Miní, Loreto y Corpus.
Las Misiones Orientales (Sao Borja, Santo Angelo, San Lorenzo, San Miguel, San Nicolás, San Juan Bautista y San Luis Gonzaga), se encontraban bajo dominio portugués desde 1801. Andrés Guaçurarí emprendió la campaña para recuperar aquellos pueblos en septiembre de 1816.

Avanzan el imperio portugués
El 14 de Enero de 1817, el Brigadier portugués Francisco Das Chagas Santos cruzó el río Uruguay e invadió el territorio de la Misiones. Así inició el incendio y destrucción de pueblos misioneros y el saqueo de Apóstoles (Mnes), San Carlos (Ctes) y San José.(Mnes). Los portugueses avanzaron arrasando los pueblos de la costa del Uruguay, desde Yapeyú hasta San Javier, llevándose ganados, metales preciosos de los templos, personas en calidad de esclavos y todo tipo de bienes y útiles.
El 2 de Julio, los lanceros guaraníes de Andrés Guaçurarí, fieles a los principios independentistas y federales de Artigas, se enfrentaron en Apóstoles a las fuerzas de Chagas, militares portugueses experimentados en las guerras napoleónicas y pertrechados con armamentos modernos. Estos eran alrededor de 800 hombres del Regimiento de Dragones de Río Pardo y la Infantería de Santa Catalina.
Andrés llevaba unas cuantas semanas reclutando hombres entre los sobrevivientes de las matanzas perpetradas por los portugueses en San Carlos, San José, Concepción, Santo Tomé, La Cruz , Mártires, San Javier, Apóstoles. Andrés, como Artigas, confiaba en la capacidad de lucha de los pueblos. Y sabía, que a la hora de defender su libertad, nadie sería “ni manco, ni ajeno”.
Al iniciarse la avanzada portuguesa, los gauchos de las chacras y estancias comenzaron a replegarse junto a sus familias hacia la guarnición de Apóstoles, para unirse a los guaraníes.
En la madrugada del 2 de julio, a unos diez kilómetros del pueblo, se produjo el primer enfrentamiento. Las tropas portuguesas iniciaron el ataque desde la vera del arroyo Cuñamanó. Los apostoleños salieron a su encuentro encabezados por una bandera roja. Al no poder rechazar el fuego de la artillería, fueron replegándose hasta el pueblo, para refugiarse en la edificación de la reducción.
Ahora será Chagas quien relate los siguientes acontecimientos: “El escuadrón de la izquierda rompió el fuego tomando los costados del cementerio y la huerta. El de la derecha ganó al galope el portón del segundo patio y por el centro atacó nuestra infantería, que luego tomó la bandera encarnada siendo muerto su portador y atacando a los gauchos, huyeron éstos para la plaza y acosados por nuestra fusilería corrieron por el patio del colegio, cuyo portón cerraron guarneciéndose adentro con sus tiradores; así como por las ventanas de la iglesia de donde nos habían iniciado fuego. Al mismo tiempo, los milicianos de la derecha habían forzado el portón del segundo patio debajo del fuego de los gauchos, que precipitadamente corrieron para el primer patio, en que hubo mucho fuego de ambas partes.” (Parte de batalla de Francisco Das Chagas Santos).

El pueblo en armas da batalla
La batalla transcurrió bajo la lluvia; es de imaginar la confusión y mezcla de sonidos sobre la tierra roja, el reventar de la pólvora confundiéndose con el trueno y el Sapucay, grito guerrero, animando como la mejor arenga.
Cerca de las 15, desde el cercano poblado de San José llegaron los 200 hombres encabezados por Andresito, arrollando a una columna de 120 portugueses que había salido con la intención de frenarlos. En pocos minutos estaban sobre el resto de las fuerzas invasoras con sus sables, machetes, fusiles, arrojaderas y tacuaras. Fueron imparables.
Los portugueses comenzaron a replegarse cuando Chagas fue herido en el hombro. No tuvieron paz en la huida, fueron corridos y perseguidos por los guerreros guaraníes hasta que lograron vadear el Río Uruguay. La batalla concluyó al anochecer. En el combate se destacaron los oficiales guaraníes y criollos Pantaleón Sotelo, Nicolás Aripí, Nicolás Cristaldo, Francisco Javier Siti, Blas Basualdo y el Capitán Matías Abucú, que combatió vestido con el traje de Granadero que le había regalado el General San Martín.
Después, vino lo que vino. El imperio portugués buscaría otra revancha y volvería a invadir. En 1819, Andrés Guaçurarí fue tomado prisionero y enviado a la cárcel de Río de Janeiro. Con esta pérdida, sumada a traiciones como las de Pancho Ramírez y el Brigadier López, el proyecto de Don José Artigas sufrió un golpe feroz y comenzó a desarmarse hasta el exilio. Pero la historia lo ve emerger una y otra vez en las luchas populares, animadas por las palabras de Andresito, aquel enorme Comandante guaraní, quien estaba seguro de que era preferible “morir libres y no vivir esclavos, que, como héroes, los posteriores cantarán”.

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