jueves, 19 de agosto de 2010

La luz que está en las cosas

Fotos de Pablo Felizia

La luz que está en las cosas





Ninguna paz es por siempre
el gris que amaga quedarse
es una tregua
insinuada por el polen.
Bajo la dermis y desde las raices
sigue subiendo la savia
que estalla en la rabia
del árbol florecido.



Aquellas escalas,
rígidas costillas de la pendiente,
trazan las estelas
de un andar por el mundo.
Pasos del duro combatir el peldaño en la piedra
y el descanso que no es detenerse.
Aquellas escalas,
pentagrama de la barranca,
acompasan la marcha
de nuestros pies, parturientos de camino.



Puerto es la tarde y puerto es el aire.
Puerto es andenes y puerto es espera.
Abajo es el río y arriba es el viento.
El óxido que carcome las proas
sueña apoderarse algun día
de la fuerza que golondrina las olas
y bentevea las tardes.
El barco que cruje en los remaches
y en la terquedad de las quillas
se mece en la espera
de nuevos meandros y bancos de arena.





Nunca se queda la tarde,
y este río aquí que no espera.
¿A qué detenerse, si puerto es agua?
¿A qué dormir, si sueño es ave que migra?
Vale más ser andén y marejada
en la dársena del día.
¡Leven anclas, muchachos! ¡Y que
sople temporal!

Textos: fragmentos de Lucio Saccardi

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