domingo, 15 de agosto de 2010

Conviviendo con la basura

Peligros y rebusques

Conviviendo con la basura

(Por Santiago García)

El Viejo Basural de Concepción del Uruguay espera hasta el hartazgo su prometido saneamiento. Mientras tanto, se construyen casas para que nuevos uruguayenses se sumen a los cientos de vecinos que sufren las desgracias de vivir junto a la mugre.

Las bolsas de nylon cuelgan de los árboles como si fueran adornos navideños. Pero en vez de trineos, las descargan caballos desnutridos domados por jinetes desnutridos. “Tengan cuidado porque ese cobra subsidio y vive de la basura” –nos alerta nuestro guía ocasional. Hay muchas fotos que no fueron, ni serán, ya que los “cirujas” son muy cuidadosos con su fuente de ingresos. Es lógico, y coherente con los códigos que se manejan en estas tareas tan crudas. Vivir de la basura no es para cualquiera. Hay que estar curtido y ser muy cacique, para hacerse fuerte en tierra de pesados. “Encima están los punteros de la municipalidad, que te echan a la gente en contra” –agrega nuestro huésped, del que preservamos su nombre.

Lo prometido es verso

El gobierno municipal clausuró el Viejo Basural porque se inundó con la creciente, y las imágenes de los residuos biopatogénicos flotando en el arroyo se volvieron muy obscenas. Allí decidieron instalar un relleno sanitario en Talita, a 150 metros del Arroyo de la China, al que eufemísticamente denominan: Planta de Tratamiento de Residuos. Pero la promesa de limpiar el volcadero abandonado se repitió hasta sonar creíble, ya que el asunto destapó muchas ollas. “Hay mucha gente enferma por acá” –comenta un vecino, mientras camina pisando la huella embarrada de las calles intransitables. El olor es nauseabundo, y a medida que nos adentramos, las montañas de basura alcanzan mayor tamaño. Algunas organizaciones y ciudadanos comprometidos, han denunciado esta situación que llegó a afectar el normal desarrollo de clases en la Escuela de Cristo de los Olivos, pero sólo recibieron Silenzio Stampa como respuesta. “¿Saben lo que debe ser el fondo del arroyo?” –nos interpela nuestro anfitrión, señalando las aguas turbias que hay cerca de la zona del llamado Puente de Hierro.

Nuevas víctimas se aproximan

Una reflexión propia del sentido común, podría plantear la necesidad de trasladar a los vecinos hasta que se efectivice la limpieza del viejo Volcadero. Sin embargo, lo que se está observando es la situación opuesta. Decenas de casas se inauguraron, y hay más de cien que están prontas a entregarse a metros del desastre ecológico. En el fondo de la foto principal, se ve uno de esos barrios. “¿Y adivinen dónde descargan las cloacas las que ya están inauguradas? Acá nomás, a cien metros. En el mismo lugar donde van a descargar las próximas que entreguen” –señalando sitios donde, en poco tiempo quizás, jugarán los chicos. Como si esto fuera poco, existen canteras de hasta 9 metros de profundidad que significan otro gran peligro para los vecinos actuales, y los que están por llegar. La ciudad crece en una zona que está absolutamente inhabitable.

Viaje al país de los indignos

Después de charlas ocasionales y desencuentros, comenzamos a alejarnos del centro del Basural. Sobre el campo de algún vecino, bien cerca de la calle, cruzamos el esqueleto de un colectivo quemado. ¿Qué alimañas habitarán su interior? ¿De qué virus serán portadores los mosquitos que se posan sobre sus charcos de agua? Esas preguntas que nos hacemos nosotros, no forman parte de las preocupaciones de los chicos que juegan a la pelota por allí cerca. Tal vez, ellos pintaron la palabra “gol” sobre el costado derecho del vehículo abandonado. Ojalá podamos darle otra esperanza que no sea la lotería del fútbol. Mientras lo intentamos, seguirán soñando en zafar como Tévez.

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