domingo, 22 de agosto de 2010

CdU - El plan de entrega del patrimonio público

El plan de entrega del patrimonio público


Que parezca un accidente

Por Santiago García


La entrega de la Terminal de Concepción del Uruguay, sirve para dar cuenta de una práctica que no tiene que ver con la desidia, si no con un procedimiento sistemático que consiste en abandonar el patrimonio público para después entregarlo a los empresarios amigos. Integrantes de la Asamblea Ambiental de Concepción del Uruguay conversaron con Río Bravo para dar cuenta de este perverso sistema.


Da mucha tristeza el aspecto de la Terminal de Concepción del Uruguay. En sus instalaciones se observa todo lo que la palabra deprimente representa. El hotel que funcionaba arriba, se encuentra abandonado y es un imperio de ratas y basura, donde se han robado hasta los cables de luz. Sin embargo, esto no se debe al paso del tiempo. “Acá hay un plan sistemático de abandono del patrimonio para después entregarlo”, había denunciado el agrimensor Bress Cassin. En este caso, integrantes de la Asamblea Ambiental de Concepción del Uruguay dan cuenta de esta situación.

Nos trasladamos a La Salamanca. Allí funcionaba un restorán, con escenario para tocar de cara al río, bungalows y un monumento denominado “Las Manos”. El denominador común es el abandono sistemático, y el desmantelamiento que han sufrido esas instalaciones no es propio del robo ocasional. “En la intendencia de Lauritto este lugar se abandonó”, reclama Cacho, uno de los integrantes de la asamblea. Es evidente que la destrucción que allí reina, no fue hecha sin la ayuda de máquinas, y la indiferencia cómplice de los funcionarios municipales. “Esto era un lugar precioso, y hoy es una vergüenza el estado en el que está”, se lamenta Jorge, también de la asamblea. A pesar del estado deplorable en que están, las estructuras que allí siguen en pie, permitirían con una inversión no muy importante hacerse de un paseo estratégico que se encuentra camino al Balneario Banco Pelay. Ya han sonado los nombres de parientes de funcionarios que estarían interesados en “alquilar el lugar” por decenas y decenas de años. El círculo cierra perfectamente.

La actualidad nos lleva nuevamente a la Terminal. Cabe recordar que esta manzana que se encuentra en el corazón de la ciudad, fue originalmente subvaluada para que el negocio del empresario Miguel Marizza no pareciera tan redondo. Originalmente, la tasación encargada por el municipio se encontraba más de 5 millones de pesos por debajo del valor que estiman entidades como el Colegio de Arquitectos. “Con un millón de pesos esto se pone como nuevo”, destaca una comerciante de la zona, que está muy bien informada y se opone al traslado. El proyecto de Entretenimientos de la Costa (ver “El neomenemismo y la entrega del patrimonio uruguayense”) plantea construir un tinglado que haría las veces de Terminal, en la zona del tránsito pesado, totalmente en contra del camino que sigue el crecimiento urbano en Concepción del Uruguay. Esto significará gastos de traslado para los miles de estudiantes y ciudadanos que utilizan los colectivos de larga distancia, que se sabe son los más humildes. “¿Qué van a hacer los estudiantes cuando tengan que pagar más de 15 pesos de remís para ir cargados desde la Terminal hasta sus casas?”, pregunta Rosa, de la Asamblea Ambiental. Está claro que eso no le importa a los que son capaces de vender el alma al diablo con regateo incluido.

Algunos miembros de la oposición han hecho presentaciones legales para oponerse a estos emprendimientos viciados de nulidad. Sin embargo, resulta ingenuo confiar en la misma justicia que persigue a los obreros que luchan, pero que jamás se preocupó ni siquiera por una denuncia sobre las condiciones laborales en los frigoríficos de la ciudad. La misma justicia que ampara la presencia de prostíbulos sobre la ruta 14, narcotráfico y tantas otras yerbas. Esa justicia que deshonra su nombre, mucho menos se va a preocupar por la entrega de lo público. Ellos están para encarcelar ladrones de gallinas, y lo demás que espere, que duerma la siesta sobre una montaña de papeles.

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