lunes, 26 de julio de 2010

Lo que deja el cierre del frigorífico San José

Lo que deja el cierre del frigorífico


Faena de hombres

Por Martín Tactagi


Entre dos cuchillas, los trabajadores del frigorífico Swift de San José van viendo cómo su futuro es depostado por la incertidumbre y el hambre. Son 550 trabajadores los que quedaron en la calle debido al cese de operaciones por tiempo indeterminado. De un lado de la cinta, el grupo económico JBS que aduce falta de rentabilidad, del otro está el gobierno nacional que cerró las exportaciones y no aduce nada. El gremio, chaira en mano, pareciera afilar las cuchillas con su inoperancia.

El frigorífico Vizental fue incorporado por el grupo JBS Swift en el 2005 al conjunto de frigoríficos que la firma ya tenía en la Argentina para la faena de ganado bovino. En el 2007 el grupo adquirió la planta de Córdoba y hoy en día es la principal exportadora de carne vacuna de nuestro país, donde ya cuenta con ocho plantas que exportan el 70% de lo producido y dejan para el mercado interno el 30% restante.
JBS es un grupo económico que nació en Brasil en 1953, que cuenta con 43 empresas distribuidas en 4 países; 23 plantas en Brasil, 8 en Estados Unidos, 8 plantas en Argentina y 4 en Australia. Es la mayor productora de carne bovina en el mundo; faena 95.000 vacunos por día, y emplea a un ejército de 40 mil trabajadores.

El cierre del San José
Cuando JBS Swift adquirió el frigorífico de San José, su gerente Carlos Oliva Funes estimó que la planta debía pasar de 600 a 1000 faenas diarias, en un proceso que tendería a ser creciente con el tiempo. Cinco años después el grupo decide cerrar las puertas de la planta por el cierre de las exportaciones. De los más de 550 obreros que trabajaban en un principio hoy quedan 450; cerca de 100 trabajadores fueron renunciando por la incertidumbre laboral en algunos casos y por presión patronal en otros.
Iniciado los conflictos en abril, el secretario general de la carne San José, Luis Ríos, junto a Fantini de la federación nacional de la carne, se reunieron con el ministro de trabajo de la nación, Tomada, que les prometió una garantía horaria de 140 horas a 12 pesos la hora. Los trabajadores oyeron la oferta salarial con cierta resignación. De los 3000 pesos que cobraban cuando trabajaban, pasarían a cobrar 1680 por un subsidio otorgado por la nación. El gremio, según las palabras de Luis Ríos, está desconforme pero también saben que hasta que no se resuelvan los problemas de la exportación y de precios internacionales, no les queda otra: “qué podemos hacer ante una situación tan compleja”.
El 23 de julio la empresa anunció que dejarán de operar por tiempo indeterminado y que, por lo tanto, la garantía horaria prometida por el gobierno nacional de 200 horas deberá seguir los canales ordinarios del gobierno de la Nación en relación a los compromisos asumidos con los trabajadores. Ratificó la falta de rentabilidad de la planta con el cierre de exportaciones y que no puede ponerse en marcha sólo para el mercado interno. Estos anuncios fueron realizados dos días antes de que el gobernador pasara por Colón a inaugurar unas viviendas. En su momento Urribarri, reunido con el sindicato de la carne, se había comprometido a interceder en la negociación con el gobierno nacional. Estando en Colón, a 30 km de San José, no consideró importante comunicar el resultado de tales negociaciones.

Futuro incierto
En las familias de los trabajadores reina una preocupación sobrecogedora. Hay quienes aún no cobraron dos meses de la garantía horaria de 140 horas prometida por Tomada; ¿por qué habrían de cobrar la garantía de 200 horas prometidas a partir del 1° de agosto? Esta misma situación la viven hoy 31.200 trabajadores de la carne en todo el país; algunos con adelanto de vacaciones, otras con garantía horaria y una gran parte despedidos.
El escenario se complejiza aún más por la merma que ha sufrido el ganado debido al desplazamiento que provoca la soja año tras año, con lo cual en la relación de oferta y demanda el ganado ha aumentado su precio. Pero lo fundamental de la crisis en las 170 plantas afectadas está dado por el cierre de las exportaciones. Cierre que se realiza, según el gobierno, para evitar un aumento del precio de la carne, pero que provoca un efecto muy distinto. En lugar de que el mercado interno tenga una sobre oferta que empuje los precios hacia abajo, las grandes empresas cierran sus plantas y es el gobierno nacional quien se encarga de pagar esos salarios. Entre esta disputa están los trabajadores y los pueblos que viven de esos trabajadores. Para los grandes monopolios como JBS no importa que la masa salarial del frigorífico San José represente el 1% del total de sus trabajadores en el mundo; cesan las actividades, no pagan los salarios y esperan una oportunidad mejor, mientras tanto abren otras plantas en otros lugares del mundo. Para el gobierno, lo fundamental es su enfrentamiento con el campo; si baja o no el precio de la carne, si llegan o no los subsidios prometidos a los trabajadores, es una preocupación que por ahora y por lo visto, lo tiene sin cuidado. Para los dirigentes de la carne, la situación es compleja, como dijera Luis Ríos, sec. gral. Del Sindicato de la carne San José, ¿qué podemos hacer en una situación tan compleja? Cualquier semejanza con la década del noventa, es pura coincidencia.

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