Misterios de una provincia dependiente del eje Washington-Pekín
¡La Entre Ríos que Chiiina soñóoo!
Por Daniel Tirso Fiorotto*
Los protagonistas de la concentración de las riquezas en pocas manos y foráneas, en Entre Ríos, volvieron al centro de la escena con el viaje de la presidenta Cristina Kirchner a China. En las tierras que fueron de Urquiza vuelve a expresarse en toda su dimensión la más rancia oligarquía argentina, en alianza con el capital estadounidense y chino, para quitar mercados a los productores, industriales y comerciantes entrerrianos. La prepotencia de Cargill, Cresud, Tyson Food, Walmart y sus aliados locales, en sus millonarios negocios chinos, se condimenta con la fama que se está ganando el gobernador Sergio Urribarri de ¿mufa? Lo que pasó en el puerto Diamante, sin desperdicios.
Un ligero paseo por Walmart, en Paraná, permite observar uno de los fenómenos de la economía más nítidos de las últimas décadas, en el planeta Tierra: la sinergia de dos imperios, el estadounidense y el chino, desplazando a los comerciantes y fabricantes y obreros entrerrianos.
Todo Walmart es así, pero véanse los electrodomésticos: uno puede recorrer todas (pero todas) las tostadoras y encontrará estas marcas: Philips hecha en China, Atma hecha en China, Ranser hecha en China, Durabrand hecha en China, Liliana hecha en China, Black & Becker hecha en China, Kelvinator hecha en China, Moulinex hecha en China. Y así, cafeteras, sandwicheras Yelmo hechas en China, cafeteras express, procesadoras: chinas.
Ahí a diez pasos los CD, DVD hechos en Taiwan y al lado los Atlantic y los Inkjed: chinos. Para el otro lado las estufas chinas, y a la salida (o entrada), los comandos (volantes) para los jueguitos de la PC, para los chicos: chinos.
La familia más rica del orbe, los Walton, se asociaron con el sistema chino para cumplir el sueño de Cerebro: conquistar el mundo. Y Paraná es la prueba acabada del éxito de la embestida multinacional, cuando se da en connivencia con el poder político local.
Para hablar de los intereses chinos en Entre Ríos hay que empezar, claro, por la soja, un poroto con cuna en la China y que los chinos consumen como pocos, de modo que el paisaje mismo de Entre Ríos se tiñe cada fin de año de verde chino para exportar a Asia y Europa, sea los granos crudos o el aceite. Vía empresas estadounidenses como Cargill.
Pero la relación de la economía de esta provincia con China pasa por la intermediación de una creciente oligarquía argentina (amiga del poder político) con fuertes intereses en Entre Ríos, y con dos patas firmes en la economía estadounidense y la china.
En medio de estos negocios quedó el gobernador Sergio Urribarri días atrás, cuando subió a un barco italiano que llevaba granos de Cargill (EEUU) para China. De eso, y del accidente del buque, nos ocuparemos más abajo.
Oligarquía a pleno
Hay que decir, de entrada, que el suelo entrerriano siempre fue abierto a las familias de cualquier rincón del mundo, y que las familias asiáticas llegadas deben ser recibidas con la mayor generosidad. Las organizaciones civiles deben esforzarse, para que los inmigrantes se sientan cómodos.
Muy distinto es el análisis que debe hacerse sobre los grandes intereses económicos multimillonarios, que se han tomado esta provincia por su cuenta como dueños, y cuyos propietarios son capaces de comprarse, de un saque, 73 hoteles en Estados Unidos, como lo hizo hace pocos meses Eduardo Elsztain, dueño de grandes estancias en esta provincia y con un capital inconmensurable, y principal entre los aliados de la gestión K.
China y EEUU, dos potencias imperiales que se expresan bien en los empresarios como Elsztain.
China pone los productos, las manufacturas, sistema cambiario, mano de obra barata, financiamientos; EEUU los locales, las marcas, otros financiamientos y lobbys, y ambos, con las facilidades que les otorga el poder político, nos venden de todo. En Walmart, por caso.
Los gobernantes chinos se enojaron con la Argentina por unas restricciones impuestas aquí a la abundante importación de objetos de manufactura de ese país, medidas que sólo incidieron en calzados, textiles y juguetes pero no en decenas de otros rubros, como puede verse hoy en las góndolas de todos los comercios de Paraná.
En represalia encubierta (porque pusieron excusas técnicas), dejaron de comprar aceite de soja en mayo. ¿A quién le compraron una parte de la soja que no recibieron de la Argentina? A los EEUU.
La presidenta Cristina Kirchner viajó a China para destrabar, y sus primeros anuncios mostraron todas las cartas: el estado argentino le comprará rieles, vagones y otros insumos ferroviarios a China por 10.000 millones de dólares. Y la presidenta le aclaró a los chinos que la Argentina tiene mucho espacio para producir… alimentos. Lo que en buen romance significa más soja.
Hay que decir que las empresas estatales chinas tienen intereses petroleros, mineros y agroexportadores en varias provincias argentinas.
La agencia oficial Telam dio el botón de muestra al destacar la alegría de los empresarios argentinos en Pekín y colocar primero lo primero. “En declaraciones a la prensa argentina en Pekín ing., Eduardo Elsztain, directivo de IRSA, sostuvo que desde su empresa mantienen ‘negocios agropecuarios con China desde hace años’ y que ‘esta visita es muy importante porque la relación comercial se corrió ahora de los países desarrollados hacia los emergentes. Estamos trazando acuerdos para 10, 15, 20, 30 años, relacionados con la cadena de alimentos, y nuestra proyección y perspectiva es absolutamente favorable’, agregó el empresario”, dijo Telam.
Eduardo Elsztain, miembro conspicuo de la oligarquía terrateniente argentina, buen aliado de la familia Kirchner, además de presidir la firma IRSA es el mayor accionista de los shoppings argentinos (Abasto, Alto Palermo, Paseo Alcorta, Alto Avellaneda, Patio Bullrich, etc.). En plena crisis, hace menos de un año, compró el 11 % de una cadena de 73 hoteles en los Estados Unidos y se convirtió en el principal accionista de la compañía.
Es además el principal accionista del Banco Hipotecario, y en Entre Ríos posee vastas extensiones de tierras (bajo la firma Cresud) como la estancia San Pedro que fue de Justo José de Urquiza y sus descendientes. Se lo recuerda, entre otras razones, porque fue mencionado en una publicación sobre negocios non sanctos (Fabián Spollansky lo puso en el centro de la mafia), y por haber ofrecido a Kirchner sus oficinas en Puerto Madero. Además se asoció a la estadounidense Tyson Foods, imperio mundial de la carne con sede en USA, para la producción y exportación de carnes de la raza Angus, principalmente.
Cargill hasta en la sopa
Para Entre Ríos estas disputas están en el centro de la escena. Si el país fuera federal de hecho, como manda la Constitución, el asunto nos tendría en tensión permanente.
El principal producto de exportación de Entre Ríos es la soja. La principal compradora, China, a través de las aceiteras de Rosario y aledaños, que compran porotos a los entrerrianos. O de las agroexportadoras de aquí, que al fin son las mismas y se resumen en un nombre: Cargill. Estadounidense.
La incidencia de estos negocios es directa, pero no impacta de lleno en nuestras economías porque el estado entrerriano recauda poco del negocio de la soja. Los que más recaudan son la Casa Rosada, y los grupos concentrados.
Entre Ríos acaba de batir otro récord de producción de porotos de soja con más de 3 millones de toneladas, de la trilla de este año, la mayor parte destinadas a los países asiáticos.
Cuando China mermó las compras, las aumentó la India, y por estos dos meses últimos el negocio se pudo sostener, pero los expertos dicen que si las importaciones de China se reducen, la Argentina se verá obligada a replantear su producción chinodependiente. Como ocurrió el día que los países rusos dejaron de importar lino. Entre Ríos, entonces, pasó de cultivar casi medio millón de hectáreas de lino, a casi nada.
La presidenta Cristina Kirchner llamó esta semana a “desojizar” la relación chino argentina, y reconoció una enfermedad de la Argentina, que se expone no sólo en esta relación. “El 82 por ciento de las exportaciones argentinas a China son sólo cuatro productos con bajo valor agregado”.
En las últimas horas intentaba que la reunión con el presidente Hu Jintao destrabara las negociaciones, pero no había expectativas de que la Argentina fuera a plantear cambios profundos en la relación, donde los argentinos pagan mano de obra china, y los chinos negocian con pocos inversores (pooles y grandes industrias aceiteras) de nuestro país, o mejor dicho, instalados en nuestro país, como Cargill. La compra de ferrocarriles en cuotas, es un negocio que los chinos se traen entre manos hace varios años. La argentina agroexportadora no cambia, la división internacional de la economía sigue insistiendo con un lugar primario para este país. Y el monocultivo, llevado al extremo durante el gobierno k a pesar de los discursos contra la soja, va en ese sentido. Ahora, ¿qué empresas cobraron fuerza en la capital de la provincia en el último lustro? Walmart y su hija Changomás, firmas de capitales estadounidenses con mercaderías hechas en China; y unas 17 bocas de supermercados asiáticos llegados en cadena. Todo bien aceitado con la política local, que cambió normas comunales, no sin costos políticos, para facilitar e impulsar estas instalaciones de las multinacionales con paquetes extranjeros.
Los problemas de dependencia de la economía entrerriana vienen de lejos. ¿Cuándo comenzó a complicarse todo? Es difícil establecer una fecha. Hace pocos lustros, un riesgo de la producción Entre Ríos era la Brasildependencia. Hasta que se destapó China como voraz consumidor de porotos crudos o elaborados en aceites.
En la abrupta inclinación al monocultivo, a la uniformidad, debe buscarse esa fecha que dé las claves del problema.
Pero luego llegaron los obvios reclamos de industriales argentinos por la sobreabundancia de mercaderías hechas en China con mano de obra barata, e ingresados al país con todas las ventajas, y bajo cualquiera de las marcas, conocidas o no.
El freno del gobierno a algunas importaciones provocó la represalia de China, con la clausura de las importaciones de aceite desde mayo pasado. Está claro que el aceite no se produce en esta provincia, pero sí con porotos cosechados aquí.
Urribarri, ¿mufa?
Días atrás señalábamos en este mismo espacio que una empresa de Lucas González vinculada al negocio sojero había sido denunciada por estafas gruesas, y que esa firma había recibido antes la visita del gobernador Sergio Urribarri, y los elogios del mandatario a la supuesta reactivación.
Lo mismo le había pasado al ex gobernador Jorge Busti, que impulsó la creación de un puerto privado que competía con ventajas sobre todos los puertos públicos, y a los pocos meses todos los directivos del puerto privado fueron detenidos en Brasil por graves estafas.
Bueno, véase si la mufa, en ciertos casos, no se repite: Urribarri visitó el puerto de Diamante el pasado 20 de abril. Felicitó a los gobernantes y a los empresarios por la reactivación del puerto, después de un año de parálisis. En ese momento cargaban un buque italiano con soja destinada, claro, a China. Todos fueron abrazos entre Urribarri y los directivos de la estadounidense Cargill que intermedia ante los chinos. A las 24 horas, la noticia: ese mismo buque tan aplaudido por las autoridades y los gerentes impactó contra los muelles del estado, destruyó gran parte del puerto del pueblo por valores que oscilan en los 3 millones de pesos.
Los entrerrianos no habían alcanzado a inaugurar oficialmente las refacciones de su puerto, con fondos millonarios del pueblo, que los negocios de los estadounidenses con los chinos, vía barco italiano, se lo destruyeron.
El buque carguero de bandera Italiana MV Medi Baltimore hizo una mala maniobra al zarpar del puerto de Diamante cargado con soja el miércoles 21 de abril y rompió un tercio de las instalaciones de la Provincia.
Juan Carlos Favotti, administrador del entre autárquico Puerto Diamante, habló entonces de las exigencias de la provincia: “Exigimos una fianza de 2,5 millones de pesos por los daños y 600.000 pesos por lucro cesante, por lo que demande el tiempo que esté en obra… El buque, que ahora se encuentra en Rosario, tendrá que afrontar el pago de la fianza, si no, será interdicto”. Luego lamentó: “Después de 78 años se efectuó la reparación de un muelle que data de 1930, es una verdadera lástima que se haya desperdiciado el esfuerzo realizado”.
Dragame mi puerto
El pueblo argentino paga los dragados para que Cargill haga sus negocios.
Bueno, era en abril… Dos meses después, Favotti explicaba que el tema estaba en la Fiscalía de Estado y que acababa de zarpar otro buque, el Iorana (de origen griego) con 30 mil toneladas de soja también de Cargill para… China.
La mayoría de las cargas de la multinacional estadounidense van a China, pero muchas también a Egipto. ¿Por qué? Porque Cargill tiene puerto propio en Egipto e industria aceitera allá. Lleva los granos crudos y los procesa.
La información está disponible, es pública: Cargill está hace 16 años en Egipto, y tiene acciones en una planta de descarga de granos y en otra planta de procesamiento de soja. Lo que no hace en Entre Ríos lo hace en Egipto con granos entrerrianos.
Para ese negocio, que sumerge a los panzaverdes en su economía harto primaria y extractiva, los gobernantes entrerrianos le dragan el puerto a Cargill y hacen oídos sordos ante las denuncias bien fundadas sobre los efectos de este sistema sobre el ambiente y la salud, y también sobre las economías del hogar porque el modelo sólo se sostiene a gran escala, expulsando a los campesinos.
Y aplauden, los gobernantes, cada vez que zarpa un buque extranjero, para negocios de extranjeros, aunque rompa el puerto local que ni debían tocar. Como aplauden los récords de soja para pocos.
Cargill demostró hace un mes que no está dispuesta a enemistarse con el gobierno, porque sus buenas relaciones con los Kirchner y los Urribarri y sus antecesores les han dado excelentes resultados. Sus negocios van viento en popa. Y no hay que olvidar que los dirigentes Mario Cafiero y Ricardo Monners Sans denunciaron supuestas irregularidades por 5 mil millones de dólares, por “errores” en el cobro de las retenciones que favorecieron principalmente a Cargill, y también a Bunge, LDC, Dreyfus, Nidera, Noble (chinos e ingleses), ADM, y Aceitera General Deheza…
Por eso, un desplazamiento ocurrido el mes pasado llamó la atención de los que siguen estos negocios. Apenas el gobierno restringió el ingreso de textiles y calzados chinos, al gerente argentino de Cargill, Fernando Jurado, se le ocurrió criticar en abril muy sutilmente las decisiones del gobierno. En mayo sutilmente Jurado renunció, dejó el cargo en su segundo, Jorge Amado. Y la empresa dijo a los medios que fue por razones personales…
Las cosas no son iguales en todos lados: en marzo de 2009, ante abusos cometidos por Cargill en Venezuela, el presidente Hugo Chávez ordenó su estatización. La medida quedó luego en suspenso y pareció girar hacia una de las ramas de Cargill que elabora arroz, pero la amenaza quedó flotando.
¿Cómo funciona?
Hay un punto que no debe menospreciarse. Las bocas de expendio estadunidenses, (hipermercado Walmart por caso) sumadas a las de los supermercados asiáticos llegados en cadena, venden una enorme variedad de mercaderías hechas en china, pero varias de las marcas son también de otros países, como EEUU. ¿Cómo es ese negocio? Es que las firmas de otros países encuentran en China un gran mercado, y una puerta abierta al mundo para la distribución a través de una medida política: la manipulación del tipo de cambio.
¿Son los chinos más eficientes? ¿Tienen mano de obra casi esclava? ¿Consiguen materia prima más barata? ¿O es su sistema monetario el que depreda las economías del mundo, porque logra introducir productos a precios que en los otros países no dan siquiera para comprar la materia prima?
Nuestros políticos entretenidos en mil asuntos menores; importantes en sí mismos, pero absolutamente secundarios a la hora de establecer prioridades, no estudian y no explican al pueblo el grave problema que padecen los argentinos: la invasión de productos extranjeros, en un sistema que invita a comprar banalidades, que acelera el consumo de tonterías.
Y no explican por qué, en verdad, a una pyme argentina se le hace imposible competir con los extranjeros. Para lo cual debieran sentarse a estudiar el sistema monetario.
Algunos economistas sostienen que Walmart hace lobby para lograr tratados de libre comercio: un cáncer para las economías locales. Dicen que el tipo de cambio devaluado por la autoridad china es el eje del negocio de los chinos y de Walmart. Así, un producto que debiera valer aquí 100 dólares vale 50. Las posibilidades de competir, para un empresario local, resultan escasas.
Walmart se constituyó entonces en la principal boca de expendio de los chinos, multiplicada en el mundo (y con fuerza en Paraná por las facilidades que le otorga el poder políticos a las multinacionales extranjeras, como ocurre también con Carrefour, europea); pero muchos de esos productos chinos son en el fondo de empresas norteamericanas radicadas en China, que se aprovechan del tipo de cambio de ese país asiático.
En regiones del planeta como Entre Ríos, y en particular Paraná, Walmart se aprovecha de la facilidad con que sectores gremiales y políticos entran en la corriente, la facilidad con que se cambian las normas para impulsar a las multinacionales, y la debilidad extrema de las pymes y sus organizaciones, que se conforman con poco y hasta llegan a promocionar como grandes logros algunas normas con escasa o nula incidencia a favor del comercio local.
Es decir, Walmart explora también a la dirigencia y ataca donde encuentra débil. Paraná: una uvita para la estrategia Walmart. Las pymes no resistieron la embestida multinacional, dejaron que se instalara Changomás, y hasta salieron a agradecer al gobierno porque volvió a prometer una ley que frenó durante años y que, ya fue dicho, resultará como una aspirina para el cáncer.
Negocios de ellos como si fueran nuestros
Véase cómo se presentan los negocios de otros, como si fueran del pueblo. Dice la información (previa al choque del buque): “sorpresivamente, los diamantinos compartieron la llegada de Urribarri que junto al intendente Juan Carlos Darrichón y, acompañados por el Jefe de Prefectura Diamante Eduardo Urriaga, el Jefe de Policía Ricardo Frank y otros funcionarios provinciales y municipales, se dirigieron al Puerto donde los esperaban el Administrador de Puerto Diamante Juan Carlos Favotti y el Gerente de Cargill Eduardo Roppel, para ascender y recorrer al buque de ultramar de bandera italiana, a punto de partir con 30.000 toneladas de soja con destino a China”.
¿Qué dijo Urribarri? “Encontrarme con Juan Carlos en Buenos Aires fue motivo para invitarlo a regresar conmigo y apreciar al fin la tan esperada operatividad de este Puerto de ultramar con que contamos los entrerrianos. (No mencionó que durante su gestión en el gobierno anterior se habilitó un puerto privado de ultramar, de Agrenco, sinónimo de negocios turbios en Brasil, y aliada de ALL, la empresa que maneja el ferrocarril de cargas, inútil para los entrerrianos). Y siguió Urribarri: “Ver salir desde esta ubicación estratégica que tiene Diamante la producción primaria a otros destinos del mundo, indica que la actividad agroindustrial, fuente de riqueza de nuestro país, esta en marcha y nosotros somos los responsables de gestionar todo lo necesario para poner a disposición de los exportadores las mejores condiciones”. ¿Ver salir la producción primaria… indica que la actividad agroindustrial…? El colmo de los sofismas.
“Es la intención de este Gobernador, afianzar el desarrollo productivo de la provincia, tenemos una cosecha record y gran parte de ella saldrá por este puerto, generando la riqueza genuina que necesitamos”, manifestó Urribarri.
Paseíto por el híper para conocer el mundo
Entrando por la puerta de Walmart Paraná que está más al norte, cualquier vecino podrá apreciar a su izquierda unas pantallitas de alambre, especies de maniquíes chiquitos, made in China. Enfrente verá pilas de canastos y centros de mesa de las más variadas formas y con las más diversas fibras, todos lindos, sin excepción. Y chinos, claro.
Esas obritas constituyen, de entrada, una prueba de la inventiva de los asiáticos, que saben qué hacer con sus vegetales y tienen proyectos políticos claros sobre un eje, generar trabajo. Los argentinos podrían mostrar una inventiva similar, sobre una fuerte tradición artesanal en fibras (juncos, totoras, pajas, varitas de mimbre, cañas), pero carecen de políticas que promuevan el trabajo.
Nada que reprochar a los países que buscan oportunidades, todo para reprochar a los países, las provincias, cuyos gobernantes no se sabe bien en qué se ocupan, aparte de consolidar el desequilibrio.
Ahí nomás, unos baúles en miniatura, de maderas labradas, cueros y cuerinas, hechos con variedad de estilos y atractivos; como joyeros, incluso con cerraduras y otras partes de metal, y evidente trabajo artesanal. Pueden costar 20 o 30 pesos. Made in China, por supuesto.
Al lado, unos hermosísimos farolitos. Los más trabajaditos, hindúes, los otros, no menos interesantes, chinos. En la góndola de enfrente, y a lado de las canastitas o paneras: ramos, flores, varas bellísimas, para la decoración. Y chinas. Y floreros chinos de vidrio con estilos muy modernos.
Cinco pasos más allá: felpudos chinos de fibras, varias fibras. Como antes se hacían, en cantidad los felpudos de caranday, famosos en Entre Ríos. Las familias que se dedicaban a eso se marcharon de aquí por falta de oportunidades, y los felpudos viajan ahora 20.000 kilómetros hasta Paraná para que los venda el mayor hipermercado del mundo, propiedad de la familia más rica del universo que reside, claro, en los estados Unidos.
Son productos de la manufactura de obreros chinos, vendidos por la multinacional estadounidense.
Y así como los felpudos vienen de la China, lo mismo ocurre con los individuales de finísimas baritas cilíndricas de madera, y de varios tamaños.
Claro, se dirá, objetos artesanales baratos. No: al lado, mesas de oficina, mesitas para la computadora, sillas de todas clases, butacas de diseño complejo. Y chinas. Más allá, acolchados de todos los tamaños y colores, marca MainStays o Selecte Dition Se: hechos en China.
El entrerriano paga así mano de obra china, y plusvalía estadounidense. La provincia más expulsora de habitantes de toda la argentina, por no darle oportunidades de trabajo a los hijos de la tierra, se da el lujo de sostener a las multinacionales con toda libertad (libertad que no tienen los entrerrianos para vivir aquí y ganarse su sustento). Y el gobierno, que se suele poner duro con las pymes que necesitan obreros, deja que ingresen productos de otro país sin preguntar qué derechos tienen esos obreros y cuánto cobran.
Siguiendo la caminata por los pasillos de Walmart, un poco más allá, en las ofertas de baterías de cocina, un set completo para fondue. Y chino. ¿Qué no hacen? ¿Qué no ofrecen?
Junto a las pelotas pakistaníes, pelotas chinas. Junto a otros productos de Indonesia, de Taiwan, los productos chinos.
Eso es lo que se ve en Walmart: gran presencia de trabajo chino, mucho brasileño, y en las comidas, sí, carnes, frutas, hortalizas argentinas.
Claro que, en la provincia que más produce naranjas y mandarinas, los jugos que vienen en polvo y de marca Tang son artificiales, y no producidos aquí sino en… Mercedes, San Luis. Bien por los puntanos, se dirá, pero claro, la empresa no es argentina sino estadounidense, la famosa Kraft Foods, bajo licencia de Kraft Foods Global Brands. La que generó la violenta represión obrera hace pocos meses.
Y bien, sería largo el detalle, interminable. Al lado de las pelotas, las camas inflables de varias formas, marcas, y todas chinas. Patinetas de metal por 99 pesos, chinas…
* Por Daniel Tirso Fiorotto, para Análisis Digital
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