sábado, 24 de julio de 2010

El valor de la educación

El chamuyo del Bicentenario


El valor de la educación

Por Ignacio González Lowy


Ahora los medios de “comunicación” serios e independientes de todo menos de la chequera de la publicidad oficial, volverán a hablar de “crisis educativa”. Hasta hace dos semanas, cuando no había un paro decidido por los docentes de la provincia en asambleas y en el congreso de AGMER, tal crisis “no existía”.

En la educación pública es en uno de los campos en los que más claramente se ve el doble discurso y la hipocresía de un gobierno acostumbrado al chamuyo. Que Sarmiento, que Bicentenario de la Educación, que Congreso Pedagógico, que la educación es la prioridad número 1; que bla, que bla bla y que bla bla bla también.

Las necesidades
No vamos a descubrir nada que los trabajadores de la educación entrerrianos, los alumnos y sus padres y cualquier vecino (salvo Urribarri y sus amigos) no sepan, si hacemos un inventario de los dramas que atraviesan a la educación pública por estos pagos. Casi todos, directa o indirectamente, tienen que ver con lo ajustado del presupuesto educativo.
Porque tiene que ver con la “calidad” de la educación el que los chicos no alcancen a llenar sus panzas porque la plata en los comedores no alcanza. Tiene que ver también el derrumbe, sistemático y hasta planificado, de las carreras de formación docente en el país; o la falta de condiciones básicas para enseñar y aprender, en escuelas que se llueven cuando llueve, son un horno cuando pasa el invierno, y un peligro todo el año por el estado de sus edificios e instalaciones. Y tiene que ver también con la educación pública, y no como un dato poco importante, el salario de los docentes. Y si no que pregunten en Finlandia, modelo educativo para todos los progres y demoliberales de la Argentina, cuánto cobra allá un maestro y un profesor por su trabajo en la relación con el costo (real, no van a mandar al Indek a medirlo) de la canasta familiar local.

Prioridades
Que estos son problemas que vienen de arrastre, que se está trabajando y avanzando, blablabla… El único motivo real por el cual todos los años los docentes y los estudiantes se ven obligados a pelearla en la calle por la educación pública; es el orden de prioridades real que tienen quienes nos gobiernan.
Este gobierno, como los anteriores, no duda en discutir (y promocionar con bombos y platillos) cada peso que gasta (porque así lo sienten, no como una inversión) en educación; es el mismo gobierno que es lento o inepto para controlar a las iglesias y a los empresarios que son reyes en las escuelas privadas y públicas de gestión privada (en las que los derechos laborales son de chicle), pero rápido para subsidiarlas por cuanto les pidan, sin chistar. El mismo gobierno que no quiere discutir la coparticipación federal con la nación (para no ofender al patrón) pero no duda en burlarse de la Constitución Provincial al seguir ofreciendo aumentos con montos “en negro”.

Plata hay
En los primeros meses de 2010, el estado provincial tuvo un aumento (en gran parte producto de la inflación que el gobierno no reconoce) en sus recursos genuinos de $567 millones (32,08% por coparticipación más 33,02% de recaudación propia), comparando con los mismos meses del año 2.009. Con ese aumento en sus ingresos (enero – mayo de 2010) la provincia ya pagó los incrementos salariales que el gobierno dio para los docentes y los escalafones de Enfermería y General de los trabajadores del estado para todo el 2010 ($215 millones sobre un presupuesto de casi $10 mil millones). A esto hay que agregarle la refinanciación de deudas con la Nación con un año de gracia…
Sin embargo, y desconociendo lo que la propia ley de presupuesto provincial (Ley 9948) le exige, el gobierno de Urribarri sostiene que no hay plata para aumentos para los docentes, quienes viven con salarios claramente por debajo de la canasta familiar real (esa que permite le a una familia comer, vestirse, educarse, pero también el esparcimiento; es decir, una vida digna).

En disputa
Que la plata para invertir en educación está, lo saben todos: docentes, gremios, Urribarri y sus ministros… Es por esto que los docentes van al paro (luego de fracasar mil veces en sus pedidos de audiencia con el gobierno) y a la movilización. Contra los aprietes, contra el insulto público a través de los medios de “comunicación” adictos al gobierno, contra los descuentos en sus ya de por sí magros salarios; los docentes toman de nuevo el camino de la lucha. Saben que es el único que puede obligar al gobierno a sentarse a negociar.
Y lo que está en juego es esa educación de la que todos hablan. Algunos, los que todos los días le encuentran la vuelta para trabajar en el aula, contra viento y marea; hablan en serio. Otros, desde el palco en el que inauguran por tercera vez la misma obra o anuncian para cuatro meses alguna remodelación que va a llevar dos años y tres veces más plata de la que debería costar; hablan por hablar.Por eso los docentes luchan y esa pelea es y debe ser de toda la comunidad. Por eso los paros, las asambleas, las movilizaciones. Y por eso el gobierno les tira con la “conciliación obligatoria”, las listas y los descuentos, el ninguneo. Porque todos saben que es mucho lo que está en juego. Y los trabajadores de la educación, en particular, no se olvidan de Fuentealba, y recuerdan: en su historia, ningún gobierno les regaló nada.

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