Sobre la película Carancho
Argentina y los negocios turbios
La emergencia sanitaria que se vive en la Argentina, combinada con el gravísimo problema de los accidentes de tránsito, forman el cóctel explosivo de esta historia que da cuenta que la corrupción en nuestro país no tiene límites éticos de ningún tipo.
Dirección: Pablo Trapero
Reparto: Ricardo Darín y Marina Gusman
Guión: Fadel, Maúregui, Mitre y Trapero
Duración: 107 minutos
País: Argentina
Año: 2010
Carancho es una película que provoca muchas sensaciones. Por un lado, uno siente que los accidentes de tránsito que en nuestro país se cobran 8 mil vidas por año (muchos de los cuales ocurren en las rutas de nuestra provincia) podrían ser evitados. Sumado a la forma cruda en que se presenta esta situación, se corren las cortinas a los negocios que esto provoca. Jueces, abogados, policías, médicos; todos viven con naturalidad la desgracia ajena, y encuentran en ella un nicho más para la corrupción en su estado más puro, que no es otra cosa que el embrión de la descomposición de todas las instituciones.
La historia nos cuenta la “rutina” de un abogado (Darín) que vive a la pesca de accidentes, y en pos de lograr representar a las víctimas es capaz hasta de profanar velorios ajenos. Sin embargo, él es sólo la punta de un iceberg que tiene como cabezas visibles a un importante estudio jurídico, a altos jefes de la policía, directores de hospitales y a miembros del poder judicial. Esta asociación ilícita lleva el original nombre de “La Fundación”, y se manejan con una impunidad tan atroz, como la certeza de que todo lo que allí se relata es perfectamente posible. Este personaje, de apellido Sosa, intenta salir de ese submundo pero su matrícula de abogado está en juego, y no es fácil “bajarse del tren en movimiento”.
Otra de las protagonistas es Luján, una joven médica que trabaja en una empresa de emergencias médicas, donde los accidentes de tránsito están a la orden del día. Además, atiende en un hospital donde “La Fundación” tiene sus contactos. Por esas dos coincidencias, conoce a Sosa en acción y viven una historia de amor en el medio de toda esa locura. Este personaje, nos permite renovar la certeza de que la emergencia sanitaria en nuestro país, también es presa del doble discurso. A pesar de las palabras decoradas, sigue estando en una crisis tremenda la salud pública. No sólo desde el punto de vista de la infraestructura, sino también desde la perspectiva de las condiciones laborales de los trabajadores de la salud.
En conclusión, más allá de algunos giros previsibles, la historia tiene un ritmo y una acción que mantienen la tensión durante toda la película y son una entretenida excusa para desconfiar de lo que nos ofrecen los escribas de Cristina en el país de las maravillas.
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