sábado, 19 de junio de 2010

¿Está todo bien?

Un análisis de 6,7,8


¿Está todo bien?

Por Ignacio González Lowy



Desde esta humilde sección de análisis sobre el trabajo de los “medios” de difusión y sus trabajadores, nos proponemos analizar qué es lo que tiene el programa 6,7,8 (canal 7, tv pública) que lo hace ser uno de los programas políticos más vistos y comentados de la televisión argentina.

Para el que no sepa de qué estamos hablando: 6,7,8 es un programa de análisis y discusión sobre el trabajo de los medios masivos de “comunicación”, que se emite por el canal 7 del Estado nacional. Originalmente se llamó así porque consistía en que 6 periodistas (en ese entonces conducidos por María Julia Oliván, que huyó y fue reemplazada por Luciano Galende) debatían por el canal 7 a las 8 de la noche. El programa es abiertamente oficialista y, en eso (nobleza obliga), no suelen andar con medias tintas: asumen la defensa del gobierno nacional y de todos los gobiernos provinciales y municipales que respondan a éste, sin importar en absoluto la procedencia, historia, ideología ni intereses económicos por detrás de los mismos.

En pocos años, a fuerza de retroalimentación en el resto de los medios oficiales (y de los medios “privados” pero dependientes de la publicidad oficial), este programa fue creciendo en popularidad e influencia. Militantes, dirigentes, periodistas e intelectuales kirchneristas comenzaron a tomarlo como referencia y a tomar de él la agenda y la línea para el análisis y la discusión del día a día de la política nacional e internacional. Sus ataques a todos los periodistas, intelectuales y dirigentes que no comulgaran con el kirchnerismo, hicieron mucho también para colocarlo en el centro del debate en un país que, cabe reconocerlo, no estaba muy acostumbrado que digamos a los debates políticos en la televisión.

Aportes

¿Pero qué es lo que hace que 6,7,8 haya pegado tamaño salto? Empecemos por los reconocimientos:
- 6,7,8, entre mucha carne podrida que tira y burdas operaciones de prensa que motoriza, también dice algunas cosas ciertas. Obviamente, teniendo enfrente a ciertos especialistas en la tergiversación y el periodismo sirviente de algunos de los intereses económicos más concentrados del país, como el grupo Clarín; no le cuesta mucho encontrar flancos débiles por dónde pegar, patrañas que develar, bochornos periodísticos de los que mofarse y comentaristas dinosaurios de los cuales diferenciarse.
- 6,7,8 incorpora a la agenda periodística temas que ésta hace mucho tiempo viene excluyendo. Lo hace con una línea oficialista y muchas veces simplista, pero lo hace. Temas que Clarín y compañía ignoraron olímpicamente durante siglos, 6,7,8 los pone sobre el tapete y con eso se gana muchos puntos en la consideración de un público harto de que la prensa le esconda buena parte de “la realidad”. De hecho: el programa ha hecho un buen aporte al descrédito de ciertos “periodistas” de renombre, frente a un público que solía “respetarlos” por el aura de seriedad que les daba la patente de “independientes” que les colgaban en las empresas privadas de difusión para las que trabajaban. 6,7,8 rompe con la idea de “neutralidad” y se asume como periodismo militante, y eso (en un país donde la hipocresía parece ser el rasgo distintivo del periodismo) es un avance.
- finalmente, 6,7,8 encontró cómo tratar los temas políticos de un modo ameno, dinámico, hasta entretenido; algo que no podrían hacer jamás, ni aunque lo intentaran con todas sus fuerzas, los picapiedras de Morales Solá, Mariano Grondona y Eduardo Van der Kooy.

Doble discurso

Ahora bien, y sin caer en acusaciones fáciles (como los supuestos sueldos exorbitantes de los panelistas o el paso por Clarín durante la dictadura del yo-me-rasgo-las-vestiduras Orlando Barone), también se puede decir que:
- 6,7,8 peca de una obsecuencia respecto del gobierno que llega a provocar náuseas. Parado en la idea de que hay que defender al gobierno, al que califican de “nacional y popular”, es capaz de minimizar problemas que si no ocurriesen en Argentina se considerarían gravísimos, y de burlarse de cualquier denuncia en vez de contestarla o ensayar un mínimo grado de autocrítica. Así, las coimas, el punterismo y el clientelismo, las mafias y el sindicalismo a espaldas de los trabajadores; todo se vuelve justificable, porque sospechar y aceptar cualquiera de estas denuncias es “hacerle el juego a la derecha”.
- 6,7,8, en ese mismo sentido, elude discutir los problemas reales. Cualquier denuncia contra el gobierno es desviada a una denuncia contra el denunciante, amparándose en que efectivamente muchas veces el denunciante es también un actor de prontuario non sancto. De este modo: si Clarín critica el costosísimo viaje a Sudáfrica de barrabravas en el avión en el que viajó la selección nacional, será porque TyC Sports ya no tiene el negocio de la televisión exclusiva del fútbol. Es muy probable que sea así; ahora: ¡los barrabravas viajaron en ese avión igual! Si Juan es un violador y Luis lo denuncia porque Juan no quiso comprar su silencio con $2.000; Luis será un extorsionador… ¡pero eso no exime a Juan de ser un violador!
- 6,7,8 reproduce el doble discurso del gobierno: acusa a Clarín de no permitir el debate real, pero tampoco lo permite. Así, 6,7,8 discute con TN acerca de cómo hay que hacer para pagar la deuda externa (si con las reservas del Banco Central o con otros fondos del presupuesto nacional), pero nada dice acerca del reclamo histórico de todos los movimientos del campo nacional y popular de suspensión e investigación del pago de la deuda externa ilegítima. Del mismo modo, el programa critica al multimedio por no haber cubierto la marcha de los pueblos originarios encabezada por Milagro Sala y diversas organizaciones oficialistas, el 20 de mayo pasado; pero no dice una palabra ni dedica una imagen a la marcha de los pueblos originarios que hicieron las organizaciones no alineadas con el gobierno nacional, el pasado 19 de abril.
- 6,7,8 se olvida de la historia cuando le conviene. El programa que hace bandera de la memoria, denuncia el modo en que los medios masivos no tomaron nota de los elogios de Bill Clinton a la economía argentina. ¿Se olvidan los periodistas progres, nacionales y populares, de lo que decían hace 10 años acerca de qué significa que un dirigente político yanqui del peso de Clinton elogie nuestra economía? Por las dudas, un ayudamemoria: neoliberalismo, dependencia, servilismo, cipayaje… ¿les suenan estas palabras?

Alegrías

Por último, un pedido. De repente, para los intelectuales y artistas que agrupa el programa, como panelistas y (muchas veces) como invitados, la vara para medir de qué lado está cada uno, ya no es izquierda/derecha, nacional/antipatria, popular/gorila, liberal/estatista; sino buena onda/mala onda. TN, por ejemplo, ya no es reaccionario, ni golpista, ni siquiera oportunista: es mala onda. El clima festivo que 6,7,8 busca instalar (como contraposición al clima de “crispación” y bronca que supuestamente inventa Clarín), con las fotos con el pulgar para arriba y la música de fondo de los Auténticos Decadentes o cualquier tema que diga que éste es un “beautifoul world”, es lamentable. No porque uno sea un amargo, pero sí da pena o bronca ver cómo olvidan estos muchachos que la alegría que reclamaba Arturo Jauretche o la ternura que recomendaba el Che, eran la alegría y la ternura en y de la lucha; no las de la complacencia, el mirar para otro lado y el “no te metás”. Porque si la tristeza puede ser una anteojera que no nos permite ver correctamente la realidad, la alegría forzada, impuesta y hasta fingida, más que una anteojera puede ser una venda… y huele mucho, pero mucho, al olor del famoso fantasma de “los ‘90s”.

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