jueves, 3 de junio de 2010

Aplausos y silbidos en la fiesta patria

Crónicas populares del Bicentenario entrerriano


Aplausos y silbidos en la fiesta patria

(Por Santiago García)



Concepción del Uruguay fue sede central de los festejos por el Bicentenario de la Revolución de Mayo en la provincia de Entre Ríos. Las actividades tuvieron la misma masividad que en el resto del país, y la participación del pueblo estuvo muy lejos del papel pasivo que imaginaban algunos funcionarios oficiales. En esta nota, Río Bravo da cuenta de cómo vivieron las actividades los uruguayenses desde abajo del palco.

La primera señal de que la cosa venía en serio, se dio el 24 de mayo. Frente al histórico Colegio del Uruguay, se realizó una representación teatral de la conformación de la Primera Junta. Bajo una fuerte lluvia, más de un centenar de personas se congregó para acompañar a los artistas, y participó expresando elogios, indiferencia y rechazos a los diferentes personajes. Los más aplaudidos fueron Mariano Moreno, Manuel Belgrano y Juan José Castelli. Precisamente, los más revolucionarios, cuyas ideas parecen gozar de mayor fertilidad, se ganaron el apoyo de un público muy activo que entendía que algunos de aquellos debates no han perdido actualidad. Este llamado de atención para la clase dirigente, no fue o no quiso ser captado por el gobierno municipal, que pagó caro por esa subestimación.

Al otro día, las primeras en poblar la Plaza Ramírez fueron las escuelas. Entre los alumnos, los docentes y las familias, conformaban una multitud que pronto se vio reforzada por una ciudadanía que desbordó con creces las expectativas de la organización. El momento de mayor euforia se dio cuando comenzó el desfile de cada colegio, porque los familiares querían ver y fotografiar a sus niños junto a la bandera en ese día histórico. Todos se pusieron sus mejores ropas, por modestas que fueran, porque entendían que la ocasión lo ameritaba. La fiesta era completa hasta que llegó el momento de los discursos oficiales.

El primero en hablar fue el intendente de Concepción del Uruguay: Marcelo Bisogni. Luego de una breve referencia a la fecha histórica, no tuvo mejor idea que repetir la lista de las obras realizadas, las “realizadas” y las proyectadas por su gestión, que forman parte del mismo discurso que con pequeñas variantes viene repitiendo en cada acto al que le toca asistir. Rápidamente, la gente se empezó a incomodar y los murmullos se multiplicaron como un reguero de pólvora. Cuando mencionó el Puente a la Isla (una obra turística de 120 millones de pesos, que tiene un impacto ambiental imposible de negar), aparecieron los primeros silbidos potentes que lo obligaron a detener su discurso. A su vez, al mencionar el Plan Maestro de Agua (una obra prometida desde hace años) y la ayuda de Cristina Fernández, volvieron a sonar con fuerza. Evidentemente, el recuerdo de la semana que la ciudad estuvo sin agua, que culminaron con masivas protestas frente a la municipalidad, sigue fresco en todos los uruguayenses que sufrieron esa bochornosa carencia. Y mejor no hablar de barrios enteros sin cloacas, ni luz, ni calles asfaltadas, arroyos sin entubar y otras barbaridades que compartiremos en próximos informes. En semejante contexto, Bisogni se atrevió a vanagloriarse por las obras de su gestión. Una clara muestra del divorcio que existe entre la dirigencia y los ciudadanos.

Luego le tocó el turno al gobernador Sergio Urribarri, quien alertado por lo sucedido anteriormente se manejó con muchísima cintura. Hizo una extensa referencia a la fecha histórica y al Tedeum de Monseñor Lozano, pero de Cristina ni se acordó y al intendente lo saludó con rapidez pero sin mencionar su nombre. Así consiguió salir airoso del papelón que sufrió su antecesor, para dar paso al resto de los actos protocolares que se llevaron a cabo con rapidez y sin despertar ni la menor emoción en el público presente.

Algunos días después, todavía sangrando por la herida, Bisogni se atrevió a decir que quienes lo chiflaron eran cuarenta miembros de la oposición. Esta incompresible necedad es una de las cosas que el pueblo uruguayense no le perdona. Mientras se avanza con anteojeras en obras turísticas de dudosa procedencia (y con sospechas de corrupción por doquier), Concepción del Uruguay transita el Bicentenario en un estado de abandono tal, que ni la basura se recoge en algunos barrios. Quizás nuestra fiesta patria, que se vivió como una verdadera celebración popular en todo el país, sea el punto de partida para los cambios de prioridades que el pueblo entrerriano necesita. De eso depende gran parte de nuestro futuro.

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